miércoles, 13 de febrero de 2008

Filthy Lucre Live - Sex Pistols


Dentro de la gente de mi generación, lo común es que uno comience a escuchar punk a partir de bandas como Offspring, Green Day, incluso Blink 182. De ahí se pasa a escuchar Rancid, NOFX, Descendents, Ramones, Pistols, etc. Pero ese no fue mi caso.

Unos meses antes había escuchado el Dookie de Green Day, pero no me llamó mucho la atención, debido más que nada al tipo de música que escuchaba en aquella época (entre otros, a Guns n’ Roses, Aerosmith y AC/DC). De hecho, escuché ese disco sin prestarle mucha atención y lo devolví sin pena ni gloria. Aquel punk sucio, crudo y chillón del cual tanto había leído y que había armado en mi cabeza en base a artículos sobre la historia del rock no tenía mucho que ver con la propuesta de los Green Day.

Claro, ahora que lo pienso, antes de investigar sobre el punk yo ya sabía un poco sobre este, por lo menos que era el género que le cambió totalmente la cara al rock. Pero no recuerdo como me enteré de esto. También pensaba que todos los punks tenían, y tenían que tener: coloridas crestas gigantes, casacas de cuero, ajustados pantalones a cuadritos, y pines, imperdibles, piercings, tatuajes, parches y cadenas por doquier. Creo que Hollywood se encargó de mostrarme esta imagen, aunque no recuerdo exactamente cómo.

Creo que la historia de mi interés por el punk nace así: debido a mi afición desmedida por el rock desde que tengo uso de razón, averiguar sobre las andanzas de mis bandas favoritas y sobre la historia de la música que amaba cada vez más, era mi pan de cada día. Y si uno se interesa en el rock y en bandas posteriores a 1977, el punk es siempre un espacio común al que el 99% de estas bandas le deben algo, por mínimo que sea. Y creo que así, en una de mis arduas investigaciones en la todopoderosa enciclopedia Encarta, leí sobre el punk y me enamoré de esa mancha de locos que proclamaban la anarquía (concepto que ni sabía bien qué era) y que hacían música sin saber tocar ni cantar. Así que, en esos impulsos adolescentes de los cuales muchos se avergüenzan pero yo me enorgullezco, pintarrajeé cuadernos y mochila con sendas “A” libertarias, pero sin siquiera haber escuchado medio disco de Ramones.

El siguiente paso, aunque debió ser el primero, fue buscar la música que hacían estos punkis. Acabo de darme cuenta que me olvidé decir que sí había escuchado algún tema de Ramones, por lo menos el “Blitzkrieg bop” y “I want to be sedated”, pero nada más. Y llegó el día en que Pedro Cornejo mostró en su excelente “Distorsión” un documental sobre el punk en el 77. 1977, año que significó tanto para muchos, para los que lo vivieron y para quienes, como yo, solo nos alimentábamos de historias, videos, y artículos en revistas musicales. Y en ese documental pasaron material de primera: Sex Pistols (nunca olvidaré ese video, Johnny Rotten vociferando “Anarchy in the UK”), Ramones, The Clash, Buzzcocks, GBH, entre muchos otros. En ese momento me di cuenta que nada sería lo mismo en el rock si esas bandas no hubieran existido. Por supuesto, para esta época, bandas como Nirvana y Sonic Youth ya gozaban de mi total fervor (el cual dura hasta ahora). Y como muchos de ustedes sabrán, ambas bandas poseen tanta influencia punk que es inevitable que la emanen por los poros.

Llegó un día en que, con mi buen amigo Elías, juntamos nuestros pocos soles y decidimos ir a Las Malvinas de la Av. Argentina a comprar discos, documentales de rock, polos de bandas y revistas de música. Después de varias vueltas al mercadillo, muchos discos en nuestro haber y bastantes soles menos, decidimos emprender el camino de regreso a nuestro barrio a escuchar el material obtenido de una manera casi épica (nuestros regateos con los comerciantes son de antología). Pero un pequeño disco llamó mi atención y me obligó a contar mi plata por enésima vez.

La caja estaba rota y con algo de grasa encima. La carátula, mal cortada. El disco en sí lucía un estampado en serigrafía que rezaba “Lo nuevo y lo mejor”. Pero me enamoré de ese disco, sólo porque en la carátula mal impresa, veía un collage de gacetillas periodísticas en letras rojas y un título en negro que decía “Sex Pistols - Filthy Lucre Live”. Nunca había visto un disco de los Pistols pirata que no fuera en puestos especializados en rock, y eso. Así que reuní las pocas monedas que nos quedaban y compramos el disco al glorioso precio (previo regateo) de 3.50 soles, en una época que todo disco pirata costaba por lo menos 5 soles. Nos quedamos sin pasaje, pero valió la pena.

Sabía que ese disco documentaba la gira de regreso de los Sex Pistols en 1996, aprovechando la moda “neo punk” (léase Offspring, Green Day, entre otros…) para simplemente sacar plata, aceptándolo abiertamente con total desfachatez desde el título del disco: “Gira del Sucio Lucro”. Esa actitud me gustaba. Me encantaba. Los temas en la voz de Rotten sonaban estupendos, quizás ya no estaba presente la ausencia de pericia que los definió en un inicio, pero todavía sentías esa energía que ha hecho al punk el gran mito viviente del rock. Canciones como Seventeen, No Feelings y los himnos God Save the Queen y Anarchy in the UK las sentí en los pies y en el estómago, mientras Elías y yo deseábamos estar en medio de aquella masa de punkis noventeros sacándose la mierda escuchando a aquella mítica banda que, 20 años antes, se atrevió a vomitar ese punk rock desgarbado al mundo. Nos conformábamos con desear eso, porque intentar sentir lo que sintieron esos 42 sujetos en el primer concierto de los Pistols, aquel que movió a casi la mitad de los asistentes a hacer cosas maravillosas (entre ellos estaban Ian Curtis y los futuros Joy Division / New Order, Morrisey, Tony Wilson, Martin Hannett, los Buzzcocks, entre otros) era un sentimiento casi imposible de repetir.

El punk lo terminé de asimilar totalmente años después, pero este disco me dio la patada para adentrarme en este mundo, primero tímidamente, después de cuerpo entero, y terminé de comprender la importancia de ese movimiento iniciado por unos mocosos insolentes, pero que a tantos inspiró. Como dije antes, cosas bellas se hicieron a partir de las necesarísimas lecciones que estos sujetos le dieron al mundo. Sé que muchos no coincidirán conmigo, y tendrán sus razones. En lo que a mí respecta, me ayudó a comprender muchas cosas, y me dio las energías y la furia que tanto necesitaba en aquel momento de mi vida (una adolescencia nada agradable, el eterno cliché). Sé que será difícil para muchos comprender este primigenio frenesí, los tiempos modernos juegan en nuestra contra.

Ahora dos pequeñas muestras de la música de los Pistols: el primero es el primer video que vi de los Sex Pistols, y también la primera canción que escuché de ellos, "Anarchy in the UK". El segundo es "No Feelings" en el Filthy Lucre Tour.


Anarchy in the UK



No Feelings

miércoles, 6 de febrero de 2008

Siamese Dream - Smashing Pumpkins


No me gusta ser oportunista. No piensen que hablo de los Smashing debido a los rumores acerca de una posible visita a Lima. Aparte, esos rumores ya fueron. Actualmente me encuentro en un momento asqueroso de mi vida mental. ¿Han visto High Fidelity, con John Cusack?, pues yo también me he puesto ha pensar en las razones por las cuales fui desechado (si, desechado) por chicas con las que estuve. Sin embargo Cusack se devanaba el cerebro en averiguar porque lo dejaron cinco de sus ex novias. En mi caso, yo no llego a cinco ex novias, y la verdad solo me interesa preocuparme en una, puesto que los otros casos son muy poco interesantes.

Acabo de leer lo que escribí arriba y no puedo creer que le de más vueltas al mentado tema. Fue algo por lo cual estuve un año en el limbo, totalmente estupidizado y con una de las peores depresiones de mi vida. Evité (en la medida de lo posible) cierto distrito durante más de medio año. Me volví más paranoico aun. Pero ahora ya no es así. En serio, ya no lo es… Bueno, creo que ahora me corresponde hablar un poco sobre este asunto.

Un día apareció una singular chica en mi Hi5, la cual tenía sobre todo un delicioso gusto musical. La agregué al Messenger (había puesto gentilmente su dirección de correo electrónico en su Hi5) y conversamos largos meses. Comenzamos a salir, estuvimos otros tres largos meses (sí, largos, y bellos) y así como todo empezó, se fue al diablo. Me dijo que no podía estar con nadie en un buen tiempo, que ella estaba mal con ella misma, y que quería que sea su pata. No pasaron ni dos meses y ya estaba con otro sujeto, al cual tuve la desdicha de conocer. Al poco tiempo ya no me hablaba con ninguno de los dos.

Y bueno, esa fue más o menos la historia. Como ya dije, el mundo se me fue a la mierda, y entre las tantas cosas que pasaron, tuve que dejar de escuchar ciertas canciones, ciertos discos, incluso ciertos grupos en aras de mi salud mental. Uno de esos discos fue el Siamese Dream.

Cuando hablaba con la mencionada chica, a menudo referíamos nuestra admiración y fervor hacia Billy Corgan y compañía. Para mi el Mellon Collie and the Infinite Sadness era una obra cumbre de la década pasada. Para ella, el disco capital de los Smashing era el Siamese Dream. Re-escuché el disco, y si bien no me gusta poner a uno encima del otro, tengo que admitir que en el Siamese se encontraban las canciones que más me habían tocado de los Smashing.

Lo que sigue es predecible. No pude escuchar Mayonaise por largo tiempo sin que los ojos se me agüen, Today y Disarm también hacían serios estragos, y hasta la carátula del disco me hacía añorar épocas mejores con una nostalgia espantosa. Esa fue una de las cosas más jodidas de esa época, ella me había enseñado mil cosas, las cuáles tuve que desaprender pues me quemaban las entrañas. Cosas lindas, bacanes, necesarias que tuve que evitar u olvidar debido a que terminaba controlándome la depresión, y como más deprimido no podía estar, no podía darme el lujo de flagelarme más, aunque a veces sea placentero.

Para cerrar y CONCLUIR, ahora ya puedo escuchar y disfrutar este disco como siempre lo he hecho. Es más, redescubrí canciones bellas que podría regalar a alguien especial, y otras que me reaniman en días opacos. El mal recuerdo, la desazón que esta obra me causó durante un largo período (que acabó hace ya casi un año), no existen mas, y ahora estoy disfrutando de un verano que me está mostrando horizontes prometedores y sobre todo, bastante atractivos.

Acá les dejo dos canciones de este disco: la ya mentada "Mayonaise" y un lindo redescubrimiento. Disfrútenlas.


Mayonaise



Luna

A manera de introducción y de advertencia


Este blog nació en mi mente hace más de un año. Me di cuenta que ciertos eventos de la vida de uno son dignos de ser escritos y contados a otras personas. Claro, de eso ya me había dado cuenta muchos años atrás al animarme a escribir ficción, pero eso no era la vida real, era solamente eso, ficción. Creí que sería saludable llevar un diario. Me equivoqué, pues de saludable no tenía nada, así que mi intento por mantener un diario a duras penas si llegó a la semana.

Necesitaba escribir ciertas cosas con urgencia, y esa necesidad surgió cuando me di cuenta que otra de mis principales pasiones podía ser tratada en un blog: la música, en especial el rock. Escribir sobre determinado grupo, recomendar discos, promover la discusión, generar diálogo, aprender, etc.

Y luego de eso me di cuenta de algo que a mí me pasa a menudo, pero no sé si a otros también: el notar que mi vida es música [rock]. En algún lado lo había leído: “el rock es el soundtrack de nuestras vidas”. En mi caso funcionaba así, pero iba un poco más allá: un soundtrack acompaña a imágenes, acciones, da un ritmo, un tono, una personalidad y hasta un sentido, pero casi siempre la acción, la imagen, es primero; la música va subordinada. En mi caso el fenómeno era confuso: a menudo mi vida se encontraba subordinada a la música.

“Exageras” dirá usted. No lo sé, probablemente lo haga. Lo cierto es que muchas veces la música me ha impulsado a actuar, me ha enseñado más cosas (en todo el amplísimo sentido de la palabra), me ha hecho poner una cara en una situación y otra canción misma en esa misma situación me hizo colocar la cara opuesta. Un soundtrack recrea el tono de un momento. En mi vida un momento decide su tono depende de la música que esté presente en aquel instante.

Súmenle a todo esto mi rechazo por la crítica. Muy fácil sería para mí criticar unos cuantos discos semanales, pero no quería eso. La crítica es un ejercicio que, si bien no detesto como muchísimos lo hacen, me jode hacerla y prefiero evitarla. La cuestión es que esta relación vida-música, música-vida, es un tema cautivante para mí.

Así que lector, si buscas crítica concienzuda en este blog, quizás encuentras alguna. Si buscas el diario de un veinteañero, busca alguno entre mis links, hay varios muy buenos y recomendables. Mi blog es una amalgama de ambos, por lo que es (busca ser) algo más que su mera suma, pero a la vez no es (no busca ser) ni crítica ni diario.

¿Complicado? Espero que no. ¿Tienes un disco o canción favorita? ¿Cuál es la banda que te vacilaba en diciembre de 1999? ¿Te acuerdas la tonada que estaba en tu cabeza mientras viajabas en la combi ayer al regresar a tu casa? Pues este espacio habla de eso y unos cuantos bonus tracks.

Sólo pido paciencia del lector, aunque no sé ni porque la pido. Antes de despedirme de ustedes, les diré lo más interesante de este ejercicio: su reflejo es más amplio y diáfano que el de un espejo. Hasta la próxima.